viernes, 14 de febrero de 2025

Amiga - Amalia Osornio Bravo


¿Qué es la amistad? amistad eres tú.

Te conocí con tu amplia y sincera sonrisa,

tus ojos divertidos brillaban

cuando las cosas cotidianas nos parecían tan divertidas.

Ofrecíamos flores a María en el mes de mayo

con nuestros vestidos blancos cubiertos de encajes,

después del rosario le dábamos una friega a María

con algodones empapados con agua florida

como cuando mi madre me bajaba la fiebre con alcohol.

Pareciera que la madre santísima tuviera escalofríos

y nosotros, con tanto amor, no hacíamos más que maltratarla.

Con el tiempo supimos que se trataba de una valiosa reliquia

pero ese dúo de chiquillas traviesas qué iban a saber de arte.

Todo era motivo de alegría.

Hubiese querido compartir contigo

mi gusto por trepar a los árboles,

las excursiones entre cerros,

nadar en el río o montar a caballo

mas sabía de antemano

que tu madre nunca lo hubiese permitido.

Te miraba al pasar, sentada en la banca frente a tu casa

bajo la sombra del mezquite con tu vestido plisado,

zapatitos de charol y tobilleras blancas

y tu par de coletas adornadas con un amplio moño,

yo con mi largo pelo chino e ingobernable,

mi piel reseca agrietada y requemada por el sol

los viejos tenis agujerados, herencia de mi hermana mayor.

Así pasaron los años y los tiempos cambiaron

desde mi ventana te vi pasar el día de tu boda

en un vehículo adornado con hermosas flores,

ibas sentada en el cofre con tu vestido blanco

y tu velo juguetón retozaba llevado por los aires.

A tu lado iba el novio tomando tu mano

para que no resbalaras

seguían al auto los mariachis

y más atrás la multitud de invitados.

Te veía tan feliz y tu felicidad era la mía.

Llegó la familia y nuestra amistad más fortalecida.

Cuántas veces lloré sobre tu hombro,

fuiste una tumba para mis penas

y sin sentirlo la juventud

poco a poco se nos fue escapando.

La piel se marchitó, los ojos se nublaron

el pelo blanco se volvió, los achaques aparecieron.

Vi morir a tus padres, viste morir a los míos.

Los hijos se fueron y de nuevo solas quedamos

pero te aseguro, amiga, que no me siento sola

porque sé que siempre estarás cuando te necesite,

porque nuestra amistad ha superado todas las pruebas,

ha sido como el oro que se funde en el crisol

y su pureza ¡no tiene valor!

¡GRACIAS A LA VIDA POR TENER UNA AMIGA COMO TÚ!

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