viernes, 14 de febrero de 2025

Devoción - Emmanuel Orlando Rivera Gutiérrez

Jovita me explicó que no iba a poder ir al café: un viejo conocido le pidió ir a cenar porque tenía que decirle algo importante. ¡Qué triste pasar un 14 de febrero, y en domingo, a solas! Me desesperaba la idea de qué hacer ese día, sentía que hasta ir al mandado me recordaría que no tenía a nadie. Ni pensar en salir al cine o algún parque, tampoco es como un día familiar, no hay un lugar para los solitarios. Por esto, junto con Jovita, había convocado a un encuentro para personas olvidadas por San Valentín, compartiendo el evento en redes sociales.

No sabía a quién rezarle. No estaba dispuesta a ser devota de ningún ente oscuro, tampoco estaba dispuesta a usar esas redes para parejas. Comencé a ignorar la figura de San Antonio puesta boca abajo, ya no le prendí su veladora esperando que me hiciera el milagrito. Entonces surgió esa idea: ¿qué pasaría si le rezaras a San Valentín? al final de cuentas quería conocer a alguien para celebrar su día. El gran problema que tuve fue que no había estampillas o algo a lo que rezar, cuando preguntaba en las tiendas de la iglesia me miraban raro, una vez una señora sacó esa imagen del ángel alado pero eso hubiera sido rezarle a Cupido y quien sabe que hubiera pasado. Tomé una imagen que imprimir de la red y le puse una veladora encomendándome todos los días antes de salir al trabajo.

Dos días antes del 14 un chico aceptó la invitación al evento. Había olvidado eliminar el post y me dio pena decirle que no había más invitados confirmados que él. Dejé las cosas así. Cuando llegué, Carlos ya estaba ahí. Nos presentamos, él era encargado de una tienda de zapatos cerca de mi lugar de trabajo, seguimos saliendo y a las dos o tres semanas nos hicimos novios.

“Guillerminita de mi corazón”. Así siempre me saludaba Camilo, desde que nos presentaron me dio una mirada coqueta, debo reconocer que también que desde que lo vi me llamó la atención: es guapo y podía conversar con él por horas, lo cual hacía menos tedioso el trabajo, después fue tomando más confianza, y jugando me tomaba el cabello. Trabajábamos juntos en la tienda de teléfonos del centro, las cajeras hacían bromas por cómo nos veían, me decían que me animara a tener dos novios pero no estaba a dispuesta a engañar a Carlos, él tan amable que se preocupaba por mí, pasaba de su trabajo al mío cuando salía,



No quiero interrumpir si Camilo tiene a alguien más. Tomé la decisión de pedir un cambio a la nueva sucursal, y he decidido no avisarle. Me acordé de parar la estatua de San Antonio, le prendí una veladora. No sé, en una de esas le dio celos que le rece a otro santo: a Camilo lo conocí un 13 de junio.

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