miércoles, 14 de febrero de 2024

12 rosas - Emmanuel Orlando Rivera Gutiérrez

No sé qué fue lo que más me confundió esta mañana, si que alguien llamara a la puerta  antes de salir a mi trabajo o el que trajeran un paquete para mí. Me emocioné al escuchar al repartidor decir tu nombre. No negaré que  por un momento ilusamente pensé que habías reflexionado, me vi nuevamente pasando esas tardes contigo, sentir tu mano conectarse con la mía mientras nos olvidábamos de lo delgadas que son las paredes entregándonos a nuestro deseo... esas cosas que una extraña al terminar una relación son recuerdos que salen a flote como las ramitas de canela después de que las sirves en una taza.

En fin, me dispuse a leer la tarjeta, solo para darme cuenta de lo idiota que eres. ¿Las razones? En tu desidia no actualizaste el domicilio con la florería, esas flores no eran para mí, como pude constatar al leer el nombre de la persona a quien se las pensabas hacer llegar. La segunda razón es que en tu dedicatoria expresaste el deseo de festejar esa unión, por lo enviabas una rosa por cada mes a su lado. Al leer esto saqué conclusiones de por cuánto tiempo habías estado engañándome. 

Nuevamente golpearon a la puerta. Era el repartidor, quien al enviarte la foto del domicilio donde había entregado te hizo darte cuenta del error. Tontito, descaradamente le pediste que llevara las rosas al domicilio correcto. Obviamente yo no iba a regresar nada. Una llamada con tu número se registró en mi celular, no contesté. 

Después, a un mensaje tuyo rogándome que regresara las flores y dándome mil explicaciones, me limité a contestar: Désolé :D, porque recordé lo mucho que te molestaba que te hablara en francés. Nunca comprendí ese desprecio por la lengua, tal vez porque nunca fuiste bueno o porque te daban celos de mis compañeros. 

Seguiste insistiendo pero mi respuesta fue la misma una y otra vez. A estas exigencias se sumó el repartidor, quien me pedía del otro lado de la puerta que abriera por favor. Decidí entregarle lo único que estaba dispuesta a regresar, la tarjeta, que deslicé por debajo de la puerta junto con un billete como propina por la entrega. Se marchó mientras lo escuchaba alegar contigo sobre que tenía otras entregas que hacer.

No me siento culpable, porque sé que si fuiste lo suficientemente listo para esconder tu relación por tanto tiempo, serás capaz de encontrar otro regalo o bien contarle todo a tu amada pareja. En cuanto a las rosas no sé qué hacer. Al final de cuentas no tienen la culpa de haberme fijado en un maldito como tú. Tal vez se las regale a mamá, o tal vez les tome una foto para subirla a mis redes sociales y decir que "alguien" se acordó de mí. Entre tanto, escribo el  último mensaje que recibirás de mí: Joyeuse Saint-Valentin.

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