lunes, 14 de febrero de 2022

Un amor incondicional e imperfecto - Silvia Velasco Sosa

Octubre de 1975. Una historia de amor que nace de una cita a la cual no estaban invitados ninguno de los dos. Se encuentran, se saludan, hay un silencio incómodo y viene una invitación a tomar un café, más por compromiso que por ganas. Ella acepta sin saber en dónde había quedado su verdadera cita. Pero había que hacer algo en un viernes y con 21 años de edad, ni modo de quedarse encerrada.

Van a la cafetería que está a la vuelta de la oficina de él. Es un lugar pequeño, acogedor, a media luz y con una música de fondo en inglés de aquella época. Se escucha a Eric Clapton, The Beatles, Tina Turner, Queen, entre muchas otras bandas y cantantes.  Ella es apasionada de esta música, así es que el lugar se convierte en un escenario ideal para conocer un poco a ese joven.  Sin ningún interés por ambas partes, surge algo en común.  Él se ofrece a llevarla a su casa, ella acepta el aventón y al momento de despedirse la invita a salir nuevamente. Sin saber ni por qué, la chica acepta la invitación.

Y después de la segunda cita, todos los días sin falta el joven llega a visitarla a las 6 de tarde, cruzando toda la Ciudad de México, desde Polanco hasta San Jerónimo.

Él fue convirtiéndose en parte de la familia y de la vida social de ella, que es muy activa. Dentro del mundo de la charrería, sus amistades le abren su corazón al joven. Una guitarra, bonita voz, y agradable presencia lo ayudan a ser parte de nuevas experiencias. Él tenía actividades muy rutinarias, sólo a veces jugaba futbol además de su empleo. 

Los días de la madre, del padre, las Navidades, las cenas de Año Nuevo comienza a festejarlos con la nueva familia. Podrán preguntarse: ¿y su familia en donde quedó? En su vida de pocas amistades y compromisos y una tristeza permanente.

A los pocos meses de conocerse se comprometen y un año después se casan en un lienzo charro de lujo, con una gran fiesta que el padre de ella les regala. 

Ya casados él comienza a mostrar señales del ejemplo que aprendió de sus padres de siempre estar en casa guardados, pero ella no puede quedarse inactiva, desea divertirse, salir con amigos, viajar, ir a las discotecas; aunque una realidad inesperada comienza a nublar su vida. Buscan varios años a su primera hija, que llega hasta el cuarto año de matrimonio y a los 11 meses llega la segunda.  A pesar de sus dos hijas, la pareja estaba distanciada, el alcohol había entrado en sus vidas. El busca salidas falsas que lo convierten en un hombre inestable. Los amigos ya no quieren socializar con la pareja, ya le dan la vuelta. Llega el momento de tener que ingresarlo a un centro de rehabilitación. Varios meses pasan y con el apoyo de su familia ella trabaja para sacar adelante a sus dos hijas. La familia de él no hace presencia, ya que vivían algo similar. No podían hacer nada por su hijo.

Pasaron los años en un entrar y salir de rehabilitación. ¿Por qué ella no tomaba la decisión de dejarlo? El gran amor que siempre había tenido por él la mantenìa esperándolo. Al fin y al cabo, su esposo es una persona con buenos valores morales, viviendo en una tristeza infinita que no sabía canalizar su mente, pero con una fortaleza de espíritu muy grande. Al poner en una balanza los días obscuros de alcohol y los días de su luz interna irradiándola, siempre daba como resultado la inclinación del peso hacia la luz de ese hombre. 

Las hijas se casan, llegan los nietos y por fin el abuelo encuentra un sentido a su vida.  La abuela siempre ha tenido a sus amistades, a la familia, sus pasatiempos, su profesión, además de sus pasiones por la lectura, la música y hoy en día la escritura y sus nietos. Ella ha aprendido a mantenerse activa contra viento y marea, su actitud alegre y al mismo tiempo fuerte, da como resultado una familia unida, no solo por la compasión hacia su esposo, sino por el amor que es el centro de esta unión.  ¿Qué ella ha querido tirar la toalla más de una vez? ¡Claro!, aunque siempre ha pensado que no existe el hombre perfecto, así es que prefiere quedarse con las imperfecciones ya conocidas. Él sigue siendo una persona rutinaria, aunque con un don para el servicio impresionante. Tiene el don de la comunicación oral y escrita, por lo quien se acerca a él, siempre recibe las palabras adecuadas. 

En esta historia de amor incondicional e imperfecto se han presentado enfermedades, grandes decepciones, carencias enormes, pero eso sí risas, muchas risas. Los pequeños detalles diarios como la preparación de una taza de café a la abuela todas las mañanas, agarrarse de la mano para cruzar una calle, abrirle la puerta a ella para que se suba al auto, un mazapán delicioso de sorpresa por la tarde mantiene vivo el cariño. Esto es el amor que perdura y que traspasa cualquier crisis en una pareja con 45 años de matrimonio. 

2 comentarios:

  1. El amor filial está en los detalles. Gracias por compartir.

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  2. Si se antepone el amor y se refirma que todos tenemos muchos defectos podrá haber más parejas que perduren. Felicidades muy buen texto

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